jueves, 24 de abril de 2014

ANAHATA

Hasta antes del Anahata chakra, el ser humano no es sino un “embravecido paquete de deseo dentro de un animal moribundo”, en palabras de Yeats. Se mencionó previamente que el Manipura chakra le da al individuo la intimación del infinito a través de su infinito deseo de expansión; pero se encuentra aún lejos de la concepción pura al proyectar ese infinito deseo en objetos finitos
El Manipura, situado a la altura del ombligo, aún está gobernado por el hambre ontológica, acompañada de sus ambiciones, demandas e imposiciones sobre el mundo objetivo. Puede preguntarse el “cómo” y proceder luego a manipular y maniobrar el mundo exterior de acuerdo a sus deseos, pero carece de la conciencia auto reflexiva para preguntarse el “por qué” o”para qué” en un sentido moral más profundo. 
El Manipura chakra se encuentra balanceado solamente cuando está bajo la guía del Anahata, más consciente y moral. Debe quedar muy claro para el lector que muchas de las enfermedades en nuestra pseudo-cultura materialista y capitalista son ocasionadas por la sobre activación y explotación del Manipura chakra.
Anahata significa “no hacer daño” y, es en este plexo, o nivel de la mente, donde las cualidades humanas verdaderamente racionales, auto-reflexivas, compasivas y críticas, comienzan a emerger. Este plexo situado en el centro del pecho, comúnmente es conocido como el “chakra del corazón”. Es el fulcro donde se apoya el flujo direccional de la mente humana. Por debajo de este chakra la mente se mueve hacia afuera, hacia la materia. De aquí para arriba la mente se mueve hacia adentro, hacia el Espíritu puro, hacia Brahman.
El Anahata chakra está asociado con el vijinanamaya kosa, el estrato de la mente subliminal conectado con la intuición y el factor aéreo. El Anahata chakra, vía el kosa subliminal, no se encuentra asociado a la vibración de la forma como el Manipura, sino a la del tacto o las impresiones. Cuando el Anahata funciona en su nivel más elevado y elemental, percibe las impresiones sutiles en la forma de ideas abstractas y sentimientos intuitivos que emanan de los objetos. Tiene la posibilidad de percibir una idea más profunda sobre la esencia del objeto (haya sido éste pensado o sentido), sea este un ser vivo o una forma inerte de la naturaleza.
Aunque el Manipura chakra y el estrato mental asociado a él están dotados de intelecto y creatividad, la mente se encuentra aún muy preocupada por las fieras e impulsivas propensiones que la mantienen dirigiéndose hacia fuera, hacia los sentidos y, por lo tanto, no puede obtener un entendimiento profundo, racional e intuitivo del ser y del mundo. El Manipura busca la adquisición, mientras que el Anahata busca la auto realización. Debido a la ligereza relativa del factor aéreo asociado al Anahata, la mente es capaz de reflexionar y mirar a la forma desde una perspectiva más iluminada. Si asemejamos al Manipura al fuego, que ilumina pero también consume el mundo de la forma, el Anahata sería como una nube supina que flota tranquilamente sobre las multitudinarias formas de la naturaleza.
El Anahata es solamente el comienzo de un desapego que nos lleva a la trascendencia del ser fenoménico y separado. El ego individual y la voluntad se encuentran aún presentes pero son mucho más auto reflexivos y mucho menos impulsivos que en el Manipura. Aquí, el ego y la voluntad se convierten en objetos de reflexión para el entendimiento (o mente discernidora). Es precisamente debido a que ahora hay un auto concepto abstracto, enraizado profundamente en el estrato psíquico, que este tipo de mente puede ser no solamente consciente de los deseos e impulsos de la mente subconsciente, sino que puede redirigir estas tendencias hacia otras más conscientes e inteligentes. Con esta capacidad de redirigir conscientemente las propensiones que encadenan a la mente a limitaciones psíquicas burdas, el ser se vuelve capaz de reflexionar sobre su propia naturaleza. Por lo tanto, en el Anahata existe una manifestación mucho mayor del “yo existo” o Mahat. En lugar de que el ser se encuentre atado y definido por la inquieta e incesante actividad del ego o “yo hago”, el sentido del ser se convierte más en un testigo (auto-testigo) de la actividad del ego (aunque aún no completamente).
El “yo” está todavía atado a objetos, en alguna medida, pero es lo suficientemente lúcido para darse cuenta que es independiente de toda objetividad. Este sentimiento profundo del “yo”, o conocimiento de la auto existencia, puede discernir qué tendencias llevan al ser hacia un estado interno de armonía y auto entendimiento, y cuáles lo llevan aún más a un estado de limitación psíquica y espiritual. En resumen, aquí nace un sentimiento profundo de la moral y la conciencia; uno mucho más profundo que el simple superego impuesto desde afuera en el Manipura.
En el Anahata comenzamos a ver las primeras manifestaciones del dharma o movimiento psico-espiritual: el movimiento de la mente hacia el espíritu. El ser abstraído de los sentidos, junto con una voluntad más independiente, hace que el individuo pueda perseguir más libremente la vida interna y el significado de la existencia. Puede comprender el funcionamiento del Tao, u orden moral del universo, y de esta manera unificar la voluntad individual con la del cosmos. La mente comienza a entender que solamente a través de convertirse en una persona responsable, consciente y completa, puede haber un significado verdadero en la vida. La vida vivida únicamente a través de los sentidos y pasiones es vista ahora como una gran atadura que nunca será capaz de traer la satisfacción completa.
Como se mencionó anteriormente, el Anahata es solamente el comienzo de la auto trascendencia. Aquí se genera el sentimiento abstracto del “yo”, independiente de toda objetividad; pero esta “identidad” se encuentra aún mediada y adherida a conceptos psíquicos que definen su naturaleza, aunque éstos son mucho más sutiles. En esta etapa aún no hay una expresión pura e indiferenciada del “yo” eterno o mahat, que no necesita de referencias ni mediaciones de ningún tipo, ni de conceptos del ego, o aham. Aunque hay un alto grado del sentimiento del “yo” puro, la mente aún utiliza conceptos (auto-conceptos) para referirse a objetos a los que aún está apegada (memorias, historia personal, auto-narrativa, características de su auto-definición, cualidades intelectuales, emotivas, etc.).
Puede decirse que el Anahata chakra es el enfoque de la mente en el “yo”. El ego o aham ya no necesariamente trata de consentirse en su ser limitado, sino que busca su origen en el sentimiento del “yo existo” del mahat. El problema viene cuando esta fascinación con la naturaleza de la propia conciencia es proyectada en el propio ego finito. Entonces, toda la energía de crecimiento y auto descubrimiento se torna en una forma de egotismo. Como resultado, surgen la vanidad, el narcisismo, el egoísmo y la hipocresía.
La mitad de los doce vrttis del Anahata son positivos, promueven el crecimiento. La otra mitad son negativos, o a lo mucho neutrales; son tendencias auto defensivas que buscan justificar al ego y perpetuar sus fronteras, en lugar de expandirlo y refinarlo. Aún existe un sentimiento limitado del ser, con potencial para discernir entre vicio y virtud. Aún queda la barrera del ser y no ser por superar, aunque no está tan marcada como en el Svadhistana y el Manipura. La armonía, el balance y la proporción son elementos clave en este fulcro que constituye el Anahata, para poder determinar aquello que es apropiado e inapropiado para el crecimiento espiritual.



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